Inicio » Blog » Diversidad funcional » ¿Diversidad funcional? ¿Discapacidad? ¿Comunidad?

Nuestra agente de apoyo en salud mental ha transformado en palabras la idea que tenemos sobre la diversidad funcional.

Hoy y siempre «no queremos ser iguales, somos DIVERSAS».

¿Qué sucede cuando una sociedad se marca unos objetivos y ritmos que no van en conjunción con la vida, que persiguen exclusivamente la productividad y los hitos competitivos para crecer en poder? Sucede que muchísimas personas no llegamos a esos niveles rígidos, sucede que a muchas otras nos hace romper en pedazos forzar nuestro cuerpo y nuestra mente para encajar en esos estándares… Y lo llamamos discapacidad. ¡Es natural! Es la vida manifestada en diferentes habilidades, maneras, expresiones, formas, es la vida Diversa y llenísima de belleza, pero lo llamamos discapacidad, y lo tratamos como algo “especial”, “no adaptado”, que “no llega” y pensamos que le tenemos que “ayudar”. Y sí, resulta que al final acaba sucediendo que tenemos que adaptar, ayudar, defender, esforzarnos por incluir y no marginar a todas las personas que no entramos o que nos hemos salido de esos estándares, precisamente porque la máquina no se detiene y porque no es sensible, puesto que está diseñada para esos ritmos en los que no nos conocemos, en los que no nos escuchamos y no nos manifestamos ni vivimos, más bien sobrevivimos.

Lo han llamado “dis-capacidad”: falta de capacidad; también puede traducirse por dificultad en tus capacidades. ¿Falta o dificultad para qué? ¿A propósito de qué capacidades? Pues sí, precisamente dificultad o falta de ser competitivas y feroces, de estar en la barriguita de la Curva de Gauss, algo que nos ha hecho confundir el significado de normalidad. Lo más habitual, lo más abundante, es el verdadero significado de “normal”, pero le hemos dado una connotación de “lo que debe ser” y lo hacemos lo deseable. Cuando tengamos la voluntad y valentía de detenernos a conocer a quienes están a nuestro lado en este mundo con cariño y respeto, veremos qué irrisoria y vergonzosa es esa etiqueta de “no capaz” porque descubriremos las infinitas habilidades y dones que todas y cada una de las personas tenemos. Decía un poeta que la belleza está en el color del cristal con que se mira. Si no vemos esos dones igual va siendo hora de pensar que pueden ser nuestras limitaciones al mirar, la “falta de capacidad” propia para saber ver al otro, a la otra, y no que ella o él, o elle, no sabe, o no vale, o le falta algo. Anteriormente la denominación aceptada y reconocida era “minusvalía”. Mucho más descarada e irrespetuosa, pero en esencia lo mismo. “Vales menos” o que “no vales tanto”, “que no te vales”, “que no te vales por ti misme”.

Es cierto que para una mente que aún funciona en el viejo paradigma es muy difícil de imaginar esto, y por tanto de hacerlo posible. ¿Me estás diciendo que yo, que dirijo una empresa soy igual que tú o que mi hermana, que no os valéis por vosotras mismas? Lo primero que es importante ver es qué entendemos por “igual”. Cuando la mirada de autonomía está en el individuo esta realidad no se puede entender. Los seres humanos nacemos con naturaleza grupal, comunitaria. Podemos, culturalmente, bloquear esta dirección, este impulso, nunca suprimirlo, pues es nuestra esencia. Nuestra fuerza está en el grupo, en la interdependencia, en apoyarnos las unas en las otras, y cada un@ aporta algo fundamental el irremplazable que hace de la suma el resultado poderoso y mágico, el resultado inteligente. ¿Ese director de empresa sabe estar con su familia? ¿sabe escuchar a sus hijes o a sus amigas? ¿Sabe ser generoso con sus empleados? ¿Sabe defender valores nobles? ¿Diseña su empresa en base a la igualdad de derechos? El cuestionamiento es infinito. ¿Sabes algo de las habilidades de escucha de esa chica en silla de ruedas? ¿Del don para la música de ese niño asperger? ¿De la capacidad para lidiar con el conflicto de este grupo de escuchadores de voces? De nuevo la lista es infinita.

Todas estas palabras que pueden sonar muy bonitas no son palabras bonitas, son la experiencia de nuestra vida, no son filosofía, son las dimensiones de la vida que hemos aprendido a descubrir a medida que hemos abierto nuestros corazones y nuestras mentes, que hemos dejado entrar la creatividad en nuestras casas y que hemos trazado comunidad. No son palabras vacías, y son la base de lo que estamos trabajando por reconstruir. Reconstruir porque no es nuevo, siempre ha estado ahí, simplemente la fuerza de los sistemas de poder lo ha apartado. “Diversidad Funcional” es el término actual más respetuoso que socialmente hemos elegido. Continúa teniendo la coletilla de algo que es distinto a lo normal. Llegará un día que sencillamente cada una seremos una más. Tenemos que trabajar y trabajarnos sin parar para que sea pronto. Sencillamente aceptarnos en nuestra Diversidad, aceptarnos y vivirnos cada una en nuestra forma única y diversa que es lo que nos hace ricas y hace que la vida humana tenga verdadero interés.

Curva normal de Gauss

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